Saliendo de la ducha, me tomé la toalla, etc.
Cuando encontré al viejo en el salón le dije
que pensando las cosas bien, era imposible que no estuviera alguien ya, en algún
lugar del mundo, trabajando en un arma biológica que transformara a la gente en
zombis.
El viejo levantó la ceja y forma de tomar en la
que se tomó el café dejaba ver un brillo en su pupila, una luz pequeñita que me
decía que no olvidaríamos el algodón de azúcar, los osos de peluche, la sangre
en las paredes de las escuelas, las masacres, los cuerpos quemados balanceándose
en los postes de las luces, una cara llena de gusanos esperando la descomposición
total, los coágulos pegados de las lámparas, las sonrisas de los niños vueltas
humus, todas esas cosas que ya se habían hecho sin ayuda de ningún compuesto químico,
esas cosas que pueden lograrse solamente con un estrechón de manos y la firma
de un contrato.
-¿Qué quiere un café?
-No, ya me tengo que ir.
-Sí, es mejor irse.
1 comentario:
Hola.
Somos El Cuentorio, un colectivo literario que busca fomentar la lectura y escritura del cuento. También, buscamos escritores que quieran difundir sus relatos a nuestros lectores..
Si estás interesado, puedes escribirnos a nuestro correo para más información.
Para saber más de nosotros puedes ingresar a nuestra página web.
Esperamos tu respuesta.
Saludos.
Publicar un comentario