-No se duerma que le tengo que contar algo –la mano
del viejo se posa sobre mi plato de guayaba agria en rodajas que cae sin
estrépito en medio de la sala.
Recojo los pedazos de guayaba conteniendo dos impulsos
diversos: romperle la cara al viejo y lamer el baldosín hasta que no quede ni rastro de
la fruta de los dioses en el piso.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario