El viejo me miró fijamente y encontró ese algo
en mi mirada que hace tiempo no veía. Se me acercó y me dio una palmada en la
espalda. Quedé perplejo, hasta que la sonrisa que se dibujada en mi rostro fue
borrada con un malparidohijuputa. Lo de siempre, el viejo. Y por otro lado, yo,
yo, con plantas naciéndome en el estómago y la pleura llena de helechos rosados
y polillas.
domingo, septiembre 18, 2016
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