El viejo
estaba en una esquina, arrodillado y con una manta sobre la cabeza. Estaba
frente a un sirio encendido y las sombras bailaban sobre las paredes.
-¿Oiga, qué
está haciendo ahí?
Tornóse el
viejo y me dijo que le estaba rezándole a Dios para que matara a todos esos triple-hijuputas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario