Un hombre llegó
a un pueblo. Allí compró papitas fritas, carbón y carne para preparar un asado
para sus amigos.
De camino a
su casa de campo, se comunicó con sus mejores amigos a través de su teléfono
celular. Pudo contactar a 10, 3 le dijeron que no podían porque estaba muy
tarde, uno le dijo que iba a ver fútbol y el resto le dijeron que sí, que iban a
acompañarlo y a comerse la comida que de tan buena gana les ofrecían.
Él prosiguió
el camino hasta su casa de campo. Estaba muy feliz y se miraba en el espejo retrovisor;
tenía una sonrisa pintada en la cara.
Cuando llegó
a su cabaña, estacionó el auto, abrió la puerta para poder bajarse del auto, la cerró
luego para no dejar abierto el carro, se dirigió hacia la bodega del carro, abrió
la bodega del carro y sacó las cosas para el asado.
Preparó
todo, sus amigos llegaron, lo saludaron con un apretón de manos. Posteriormente
comieron y fueron felices. Después de cinco horas de estar reunidos fueron diciendo uno a uno: nos tenemos que ir,
está muy tarde. Ayudaron así a hacer el aseo de la casa de campo y se
devolvieron para la ciudad.
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