Introducción. En el momento mismo –porque está mal visto arrancar diciendo: cuando- en que las palabras salieron de su boca, no me lo creía; cuando el contacto fue un hecho. Ahora las cosas se ponen de cabeza y sólo queda tomar la realidad en pocos sorbos que nos permitan preguntar: ¿Cuándo el contacto fue un hecho? El reloj no es amigo, de hecho, creo que nadie...
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...es un reloj.
...es un reloj.
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Cuerpo del escrito. Llego a Pareira el martes de la semana pasada, en avión. Antes, minutos antes, había llegado a Bogotá. El tiempo y la gente son diferentes, tal y como lo recordaba mi imaginación (la poca que me queda). Antes antes, estaba saliendo de París con un par de maletas muy pesadas y una galleta en el estómago, nada de tomar: miedo a orinar, lo de siempre.
Cuerpo del escrito. Llego a Pareira el martes de la semana pasada, en avión. Antes, minutos antes, había llegado a Bogotá. El tiempo y la gente son diferentes, tal y como lo recordaba mi imaginación (la poca que me queda). Antes antes, estaba saliendo de París con un par de maletas muy pesadas y una galleta en el estómago, nada de tomar: miedo a orinar, lo de siempre.
Una de las maletas casi se cae por las escaleras eléctricas del Charles de Gaulle. La maleta era de color negro, ancha y con un accesorio –la verdad no sé cómo definirlo- que ayuda a transportarla, como si de un carrito de supermercado se tratara.
La chica a la cual ese accesorio le levantó la falda tenía ojos verdes y cabello rojo.
Todo fue muy confuso: la escalera cambiaba su forma de rampa a peldaño, la maleta comenzó a caer y yo intenté subirla; una persona que estaba detrás mío en la escalera hizo lo mismo: intentar devolverle el equilibrio. El accesorio se metió en medio de las piernas de la persona, que era una mujer, joven y de cabello rojo, sus ojos en ese punto de la historia seguían siendo verdes. Su falda, que era muy corta, se levantó lo suficiente para que yo –apenado- volteara la mirada, me diera tres bendiciones y dijera: excusez-moi ! Un “ne vous inquiétez pas” fue suficiente. Mi heroína, merci.
Heroína, esa es una palabra que suena un tanto delicada en un aeropuerto cuando sale de los labios de un colombiano. En fin, merci y par-dón por lo de la falda, juro que no vi nada.
Fin del escrito. Todo se resume en pocos días, en cortas líneas y en una ciénaga. Que las escaleras y un aeropuerto sean la excusa para hablar de cosas que nadie entiende, porque nadie es un reloj[1].
Heroína, esa es una palabra que suena un tanto delicada en un aeropuerto cuando sale de los labios de un colombiano. En fin, merci y par-dón por lo de la falda, juro que no vi nada.
Fin del escrito. Todo se resume en pocos días, en cortas líneas y en una ciénaga. Que las escaleras y un aeropuerto sean la excusa para hablar de cosas que nadie entiende, porque nadie es un reloj[1].
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[1] Todos tienen más cerebro que alma, algunos tienen más pertenencias que aire dentro de sus bolsillos, palabras y Xqzas, además de nombres para una librería y un apellido vasco son cosas que abundan en un arsenal.
[1] Todos tienen más cerebro que alma, algunos tienen más pertenencias que aire dentro de sus bolsillos, palabras y Xqzas, además de nombres para una librería y un apellido vasco son cosas que abundan en un arsenal.
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