Cuando esperaba en la fila para recibir aquello que llamaban “La Profecía”, dudé. Terror, luego duda y luego terror. Escapé de la fila y caminé en línea recta hacia la salida. No miré a nadie.
.
Día: domingo; ciudad: Madrid; mes: diciembre. No supe cómo llegué hasta ese punto.
.
Día: domingo; ciudad: Madrid; mes: diciembre. No supe cómo llegué hasta ese punto.
.
Había salido de Valencia hacia Madrid, creo que el día 26 de diciembre. Me recibió Ingrid en el terminal de transporte luego de un viaje en el que hablé con un marroquí sobre el Islam. La situación fue algo extraña y la conversación irregular. Siempre hice la pregunta equivocada y siempre obtuve como respuesta fragmentos del Corán, en árabe seguido de su respectiva traducción; nunca alcancé a saber si el libro tenía una madre en el Cielo o más allá o más acá.
.
Cuando vi a Ingrid bajar por la rampa eléctrica del terminal no pude evitar sentir emoción; hace mucho tiempo no la veía. Ella fue alumna de mi mamá, me cuidó cuando era niño, vivió en Portugal y nunca la olvidé porque –un día, hace mucho tiempo- fue a visitarnos, nos habló en portugués. Su voz y sus ojos quedaron en mi memoria.
.
Cuando vi a Ingrid bajar por la rampa eléctrica del terminal no pude evitar sentir emoción; hace mucho tiempo no la veía. Ella fue alumna de mi mamá, me cuidó cuando era niño, vivió en Portugal y nunca la olvidé porque –un día, hace mucho tiempo- fue a visitarnos, nos habló en portugués. Su voz y sus ojos quedaron en mi memoria.
.
–Felipe, ¿A dónde vas? ¿Si recibiste profecía? –me preguntó Ingrid aquel domingo mientras me alejaba de la fila sin mirar a nadie-.
–No, la verdad es que me da no sé... es que me da como... susto –Respondí. Parcialmente cierto, pues no podía decir que me parecía ridículo-.
–Tranquilo, mira: no te va a doler. Es una experiencia maravillosa. Dios te hablará –eso dijo, después dijo “hazlo por mí”. Eso me arrastraba nuevamente a la fila-.
–No, la verdad es que me da no sé... es que me da como... susto –Respondí. Parcialmente cierto, pues no podía decir que me parecía ridículo-.
–Tranquilo, mira: no te va a doler. Es una experiencia maravillosa. Dios te hablará –eso dijo, después dijo “hazlo por mí”. Eso me arrastraba nuevamente a la fila-.
.
Media vuelta. Pasos pausados. La profecía era algo inevitable. Mi incredulidad estaba en la cuerda floja.
.
Media vuelta. Pasos pausados. La profecía era algo inevitable. Mi incredulidad estaba en la cuerda floja.
.
Entré entonces con mi maleta, pequeña, en el Peugeot azul de Ingrid. Lo manejaba su novio. Buen chaval. Llegamos en poco tiempo a una casa donde había otros colombianos. Cuatro. Me dieron arroz con pollo y carne. Comí agradecido.
–Papito, ¿Quiere más?
–Buenos señora; arrocito y carnita.
–¿Jugo?
–No, gracias –me ofrecieron entonces gaseosa y acepté-
.
–Papito, ¿Quiere más?
–Buenos señora; arrocito y carnita.
–¿Jugo?
–No, gracias –me ofrecieron entonces gaseosa y acepté-
.
Dejé el plato limpió y me ofrecí a lavar la losa. Me lo impidieron, sólo pude secarla. Salí de la cocina, me senté en el sofá y en pocos minutos la casa –que era pequeña- se llenó de gente. Todos me saludaron con una sonrisa seguida del típico “encantado”.
.
Me preguntaron si quería ver los videos de lo que ellos hacían. Dije sí. Pusieron entonces los videos; allí bailaban, cantaban y aplaudían. En varios de ellos pasaba siempre lo mismo. Creo que vi tres. Cuando me preguntaban que qué me parecía, yo respondía que se veía muy chevre, que tan bueno; sin embargo, algo andaba mal: en medio de ese río de imágenes, las constantes eran la música alegre y que las personas de logística tenían camisetas del Mira.
Me preguntaron si quería ver los videos de lo que ellos hacían. Dije sí. Pusieron entonces los videos; allí bailaban, cantaban y aplaudían. En varios de ellos pasaba siempre lo mismo. Creo que vi tres. Cuando me preguntaban que qué me parecía, yo respondía que se veía muy chevre, que tan bueno; sin embargo, algo andaba mal: en medio de ese río de imágenes, las constantes eran la música alegre y que las personas de logística tenían camisetas del Mira.
.
La fila llegó a su fin y yo me senté en una de las bancas donde Ingrid me había puesto. Ella tenía sus manos sobre mis hombros y cuando me abandonó a mi suerte pronunció un “tranquilo”. Habló en castellano y no en lenguas de fuego. El mensaje fue claro. Miré hacia mi izquierda; la mujer que recibió profecía antes que yo caía al suelo. ¡Aleluya! Estaba aterrorizado.
La fila llegó a su fin y yo me senté en una de las bancas donde Ingrid me había puesto. Ella tenía sus manos sobre mis hombros y cuando me abandonó a mi suerte pronunció un “tranquilo”. Habló en castellano y no en lenguas de fuego. El mensaje fue claro. Miré hacia mi izquierda; la mujer que recibió profecía antes que yo caía al suelo. ¡Aleluya! Estaba aterrorizado.
.
La ronda de videos acabó. Juan Carlos (novio de Ingrid) me dijo: “Vea Felipe, no le vamos a mentir, le vamos a hablar con sinceridad: somos de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo internacional, y todo eso que acaba de ver es parte de una obra muy bonita. Dios nos cambia, entra en nuestras vida y... es una cosa maravillosa la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo internacional”. Ah, ya. Cuando terminó de pronunciar el nombre de la iglesia tomó una copa con agua y la bebió hasta la mitad. Luego la dejó, me miró y bebió el resto. No lo culpo.
La ronda de videos acabó. Juan Carlos (novio de Ingrid) me dijo: “Vea Felipe, no le vamos a mentir, le vamos a hablar con sinceridad: somos de la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo internacional, y todo eso que acaba de ver es parte de una obra muy bonita. Dios nos cambia, entra en nuestras vida y... es una cosa maravillosa la Iglesia de Dios Ministerial de Jesucristo internacional”. Ah, ya. Cuando terminó de pronunciar el nombre de la iglesia tomó una copa con agua y la bebió hasta la mitad. Luego la dejó, me miró y bebió el resto. No lo culpo.
.
De los minutos que siguieron a esta confesión recuerdo algunas cosas: mi concentración estaba dispersa en el aire y mi voz no podía salir, no fluía. También recuerdo que todo el mundo quiso hablar de algo que llamaban “experiencias de vida”; buenas historias de gangsters, libertinos y bebedores en las que un vuelco total se atribuía a Dios. Aleluya y lágrimas. Juan Carlos, me aclaró que no eran fanáticos.
De los minutos que siguieron a esta confesión recuerdo algunas cosas: mi concentración estaba dispersa en el aire y mi voz no podía salir, no fluía. También recuerdo que todo el mundo quiso hablar de algo que llamaban “experiencias de vida”; buenas historias de gangsters, libertinos y bebedores en las que un vuelco total se atribuía a Dios. Aleluya y lágrimas. Juan Carlos, me aclaró que no eran fanáticos.
.
Era mi turno y no podía parame de la banca. La portadora del don de la Profecía se acercaba. No temblaba pero tenía ganas de hacer chichí, yo.
–Tu nombre, hermano –dijo la portadora en algo que se confundía entre una orden y una pregunta-.
–Felipe –dije-.
–Hermano Felipe, ¿Estás listo para recibir el profecía?
–Sí, hágale –dije-.
–Por los poderes de Graiscol y la autoridad que Dios deposita en mí, recibirás (o recibiréis... no recuerdo) profecía. Dios te ha escogido...
–Mico, rata, pollo, perro, chaco, chucho, cerdito, pinchito, murciélago...
–...para ser su hijo, te ha llenado de su luz y espera que le sirvas pues...
–Cráter, chino, mico, miquito, perro perrito, sarito, pinchita, pitufina, ratica, vampirito...
–...tu viajarás, y te aman muchas personas, seguramente tu familia o amigos o allegados o...
–Tenme como aparición/todas las calles donde me escondí, todas... mariposa technicolor/aguacate, piña, mico miquito perro perrito, una babita dos babitas tres babitas...
–Abre los ojos –porque antes me había pedido que los cerrara- y dime, hermano Felipe, si todo quedó claro.
–Sí, yo creo que sí. Gracias.
Era mi turno y no podía parame de la banca. La portadora del don de la Profecía se acercaba. No temblaba pero tenía ganas de hacer chichí, yo.
–Tu nombre, hermano –dijo la portadora en algo que se confundía entre una orden y una pregunta-.
–Felipe –dije-.
–Hermano Felipe, ¿Estás listo para recibir el profecía?
–Sí, hágale –dije-.
–Por los poderes de Graiscol y la autoridad que Dios deposita en mí, recibirás (o recibiréis... no recuerdo) profecía. Dios te ha escogido...
–Mico, rata, pollo, perro, chaco, chucho, cerdito, pinchito, murciélago...
–...para ser su hijo, te ha llenado de su luz y espera que le sirvas pues...
–Cráter, chino, mico, miquito, perro perrito, sarito, pinchita, pitufina, ratica, vampirito...
–...tu viajarás, y te aman muchas personas, seguramente tu familia o amigos o allegados o...
–Tenme como aparición/todas las calles donde me escondí, todas... mariposa technicolor/aguacate, piña, mico miquito perro perrito, una babita dos babitas tres babitas...
–Abre los ojos –porque antes me había pedido que los cerrara- y dime, hermano Felipe, si todo quedó claro.
–Sí, yo creo que sí. Gracias.
.
Me levanté de la banca y caminé hacia donde estaba Ingrid. Me preguntó sobre si me pareció bonita la experiencia. Espectacular, algo muy extraño que nunca me había pasado –respondí-. Como teníamos que salir del la iglesia porque... no sé el porqué, ella me dijo que después podría contarle. Sí, claro –respondí-. ¿Quieres lechona? Respondí que claro aunque solo me comí la mitad. Luego fui al baño y luego fui al Museo del Prado, a las cinco de la tarde. Seguía siendo domingo, seguía en Madrid y el mes era el mismo: diciembre.
Me levanté de la banca y caminé hacia donde estaba Ingrid. Me preguntó sobre si me pareció bonita la experiencia. Espectacular, algo muy extraño que nunca me había pasado –respondí-. Como teníamos que salir del la iglesia porque... no sé el porqué, ella me dijo que después podría contarle. Sí, claro –respondí-. ¿Quieres lechona? Respondí que claro aunque solo me comí la mitad. Luego fui al baño y luego fui al Museo del Prado, a las cinco de la tarde. Seguía siendo domingo, seguía en Madrid y el mes era el mismo: diciembre.
1 comentario:
Usted sabe que le gustó
Publicar un comentario