martes, septiembre 18, 2007

Imagen en un video de Noelia

Logré el equilibrio perfecto entre presencia y esencia. No hace falta un cuerpo material para ser, no es necesario el visto bueno de las nubes o el Sol para que la sombra esté siempre ahí, plegada al alma. El alma en los espacios intercostales no es más que humo, un flecha buscando un arco, para clavarse algún día en la manzana. Son poco frecuentes los arrebatos y los lamentos, hoy por hoy. Ayer las historias eran diferentes: mucho dolor, mucho color rojo. Ahora sólo un punto rojo en el mapa del país, con nombre propio y metro.
Hablaría de cosas que me gustan, pero no saber su nombre es un obstáculo. Es decir no son técnicamente cosas, pero las caras, los trozos de piel y las notas de música al azar que le corresponden, no ayudan para dignificar la materia viva. Si no hay voz imposible queda rastrear un lugar, una dirección, un nombre y dos apellidos. Una máscara dolorosa, cabello oscuro y una línea recta en el cielo, un gran párpado que ahuyenta los pájaros. Nubes de pájaros. No sé que más decir: un suspiro ahí, en el vacío, sin nombres o apellidos.

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