
"Vea Alejo, el domingo leí en un periódico donde había un montón de datos curiosos sobre el cuerpo humano. Hacían referencia a cada cosa; cuantos pelos se le caen por día a un hombre, cuántos bla bla bla, bla bla bla… cosas de esas. Me llamó la atención algo en especial. No lo recuerdo exactamente, pero era algo como: ¿Sabe Usted cuántos jabones pueden ser extraídos de un cuerpo humano? La respuesta era 7. Pues Alejo, hermano, ya sabe cuál es el legado de los nazis. Auswitch o el arte de hacer jabones." Alejo miró. Yo lo miré. Seguimos leyendo. En voz alta. Minutos más tarde un suspiro. Clase de 4:00 p.m. Mierda.
Las gotas resbalando por sus manos. Una toalla seca. El olor del jabón. Siete salen de un cuerpo humano. Miraba hacia atrás, miraba por la puerta del baño. Gente sentada. Gente hablando al unísono. Gente: simplemente gente. Se sentó a comer; ya había salido del baño, no hace falta decirlo, mas sí escribirlo. La gente –ahora sí- le parecía muy limpia. La carne estaba buena, el vino mejor. Otro pensamiento mientras masticaba: ¿Alejo seguirá lavándose las manos con jabón? Un mesero se me acercó. Me miró un rato. Sus labios se movían. “La cuenta. Oe ¡la cuenta!” –decía entre lágrimas-. Casi me mata del susto.
No hubo propina.
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