El café tenía sabor a aluminio; horrible, como todo lo de esa sala de exposiciones. Era algo que ella no toleraba. Servilletas con números telefónicos, sosas instalaciones y vídeos ridículos. ¿Arte? No, sólo abstracciones de una visión pobre de este mundo.
Ella pasaba furtivamente la mirada sobre todas las obras para justificar los 16 mil pesos que pagó por el tiquete de entrada. Al mismo tiempo, buscaba un baño. Disimulaba su urgencia. Su cabeza comenzó a girar: izquierda, derecha y otra vez izquierda. Sus ojos se envenenaban con el mal gusto. Cuando –por fin- apareció un lienzo hermoso que cristalizó el contenido de su vejiga. Las nubes. El sol, las montañas tan profundas, ese lago color naranja ¡Cuanta perfección! Ella sintió la garganta seca mientras un terror florido le corría por las venas malogrando sus órganos; sintió que su vida era una “obra” miserable comparada con esa pequeña composición.Se acercó. Su cuerpo se iba enfriando mientras el cuadro derretía su alma con afiladas lenguas de sol. Dos pasos, tres, siete. Luego más de nueve. Quería ser parte de él. Cada metro más cerca era sentir que la vida se acortaba, pero lo poco que quedaba por delante era –sin duda- más intenso y digno que 17 años de imágenes cortadas por un parpadeo irreflexivo. Un paso más. Los tonos se hacían más vivos, pero, a su pesar, más lúgubres; sus ojos cada vez más irritados y desorbitados. Al final, un vacío en el estómago y un grito de cuatro pisos de alto. Inútil bajar la intensidad del arte. Ella se había caído por la única ventana de la sala de exposiciones.
Ella pasaba furtivamente la mirada sobre todas las obras para justificar los 16 mil pesos que pagó por el tiquete de entrada. Al mismo tiempo, buscaba un baño. Disimulaba su urgencia. Su cabeza comenzó a girar: izquierda, derecha y otra vez izquierda. Sus ojos se envenenaban con el mal gusto. Cuando –por fin- apareció un lienzo hermoso que cristalizó el contenido de su vejiga. Las nubes. El sol, las montañas tan profundas, ese lago color naranja ¡Cuanta perfección! Ella sintió la garganta seca mientras un terror florido le corría por las venas malogrando sus órganos; sintió que su vida era una “obra” miserable comparada con esa pequeña composición.Se acercó. Su cuerpo se iba enfriando mientras el cuadro derretía su alma con afiladas lenguas de sol. Dos pasos, tres, siete. Luego más de nueve. Quería ser parte de él. Cada metro más cerca era sentir que la vida se acortaba, pero lo poco que quedaba por delante era –sin duda- más intenso y digno que 17 años de imágenes cortadas por un parpadeo irreflexivo. Un paso más. Los tonos se hacían más vivos, pero, a su pesar, más lúgubres; sus ojos cada vez más irritados y desorbitados. Al final, un vacío en el estómago y un grito de cuatro pisos de alto. Inútil bajar la intensidad del arte. Ella se había caído por la única ventana de la sala de exposiciones.
2 comentarios:
gracias
jajajajaja, ole se pierde mas o que?, me encanta volver aca y leer, este es el que mas me gusta y pense que se habia perdido, siquiera no y lo encontre, otra vez gracias, en serio me gusta mucho mucho sirvio en su momento... todavia no entiendo el tiempo que le tardo hacer algo tan bueno, cuidese viejo y estamos hablando, no se pierda tanto, despues como lo encuentro?? jajajjaja
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