¿Qué le pasó en el ojo? –el gesto incisivo del viejo
me dejó un poco perplejo porque su estilo era no interesarse sino por cosas
de menor importancia, y mi vista no entraba en esa largo catálogo de predilecciones
de “primer nivel”, donde entraban desde el Capítulo 84 de Rayuela, hasta la
fauna del Mioceno.
El café ya estaba hecho y llené el pocillo hasta el
borde.
-¡Salaud! –le
dije al viejo mientras mi gesto era ese del brindis de la victoria-.
El respondió "salud" muy contento y su tranquilidad y pasividad
me hicieron reír. Mucha güeva. Eso pensé.
Cuando terminé el café había un diente el viejo en el
fondo. Lo vi moverse entre las pepitas del grano seco y molido venido de La
Aurora.
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