lunes, diciembre 21, 2015

Casa

El viejo entendió que, acabado el año, el barco no resistiría más. La silla amarilla ya no estaba con la mesa roja. En su lugar, había una mueble, viviente, obvio, pero más funcional. La casa había perdido su encanto porque ya lo había asumido y ahora necesitaba reinventarlo; sin embargo, ni el viejo, ni mucho menos yo estábamos dispuestos a dar ese giro. Eso, hasta hoy.


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