Alguna vez le conté al viejo, que en una de mis
fiebres entendí que toda iglesia era, ante todo, un proyecto político y que
esta ambición que la gente se empeñaba en percibir como secreta, se ocultaba
tras la función de administradores de
misterios. Esto lo sabían el viejo y la crespa.
Hablamos de manchas, de cosas que no se quitan de la ropa por más que frotes y friegues y refriegues. Llegamos entonces a evocar a las ideas, la más persistente, la de Dios. Pero con eso no se pelea, pues parece una trampa de esas que ofrece el diseño: un cuerpo, la luz y la sombra que proyecta. Nada que hacer.
Hablamos de manchas, de cosas que no se quitan de la ropa por más que frotes y friegues y refriegues. Llegamos entonces a evocar a las ideas, la más persistente, la de Dios. Pero con eso no se pelea, pues parece una trampa de esas que ofrece el diseño: un cuerpo, la luz y la sombra que proyecta. Nada que hacer.
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