domingo, octubre 18, 2015

Racional

Luego de esa conversación y de haber sentido esas ganas de matar vagamente irreprimibles, el viejo me dijo que tranquilo, que recordad ese día como el día en que miré a la duda a los ojos y sobreviví.

Al principio todo pareció racional, encajaba en esas pequeñas ánforas donde guarda uno las almas muertas que alguna vez le pertenecieron. Pero vi esa palabra, “racional”, como un tronco hueco. El hecho de pasar mis dedos sobre ella, sobre la palabra, no me dejaba ninguna duda, había un árbol muerto. Ese funeral, ese entierro sin sombras y sin llanto tenía que llevarse a cabo. Así que decidí proponerle al viejo que saliéramos, no a pedir dulces, pero con esa excusa, a cazar. Arpón en mano, invocando la puntería del narval que se entierra en el pecho, esa arena que se cuela por la sangra y que duele, que rompe las venas desde adentro, invocando tantas cosas dolorosas que corresponden difícilmente a un molde, a una palabra, invocando estas abstracciones vestidas de camiseta y pantuflas, salimos a matarlos a todos.

-Sí, matemos a todos esos hijueputas.

Como era de esperarse no encontramos a nadie, nos aburrimos dando vueltas y nos entramos a la casa para jugar a tirarle los arpones a los muebles de la sala. 

No hay comentarios.: