domingo, marzo 08, 2009

Al oído

Una velada perfecta: luz tenue, tanto que las ideas eran opacas y navegaban entre sus miradas. Cubiertos de plata y mantel, música suave.
Él se mordía los labios al tiempo que ella le decía con un gesto: “acércate”. Se levantó de su asiento lo suficiente para dejar su oreja cerca de ella y escuchar el secreto. Él tenía mucho calor y nervios, muchos nervios.
Ella abrió sus labios, rojos y carnosos, para pronunciar la frase que cambiaría sus vidas: te voy a matar.

2 comentarios:

Andrea Carolina dijo...

que lastima el final, pero sin el no hubiera podido reir

Gatohombre en Paris dijo...

La verdad cuando estaba haciendo el escritico este solamente tenía el final jejejeje Que lástima que el final sea una lástima mas no me lastima porque… bueno… te reíste... no?