Historia para las 24 horas de estudio.
Mis muñecas buscan el más allá y se elevan para tocar el techo. Frente al altar fluye la sangre como un río y del río salen los peces. Caen al suelo y –más o menos así era el cuento- sale una mujer con una vara de bambú y grita a los peces: “¿todavía están firmes en su promesa?”. Como siempre pasa todas las mañanas, los peces mueren quemados por dos causas fundamentales: los rayos de una luna que nos abandona y las palabras que no dejan de hacer eco en las paredes.
Historia para las 48 horas de estudio.
De la cara saltaron dos gusanos de arena. Sacaron sus pipas y compartieron conmigo aquello que para el resto de los hombres está vedado. El humo salía y el olor a chocolate dejaba una estela plana en la realidad. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo so
bre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me pre
guntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. No creí haber hablado algo sobre la realidad. Lo miré extrañado. –No sé –respondí-. El gusano me miró aspirando y dejando salir un humo denso por todo su cuerpo. ¿Los gusanos respiran por la piel? –le pregunté-. El gusano me miró extrañado pues no creyó haber dicho esas palabras en voz alta. –No sé –me respondió-. Lo miré aspirando y dejando salir un humo denso por mis ojos. Uno de los gusanos me preguntó qué era la realidad. ¡Qué hijueputa tan maluco! ¡Yo qué voy a saber qué es eso!
Historia para las 49 horas
Vi la rueda de prensa de Alán Jara. Marton me preguntó por mi país y sentí mucha tristeza. Algunas cosas no se mezclan, como el país con las preguntas de un extranjero, o la Coca-Cola con la dinamita.
Tiempos secretos que se esconden en las esquinas del reloj o en los espacios entre una hoja de un libro y la otra. Carne inmaterial y huesos. El aliento de la bestia es el aire que respiro y sus ojos la tarde y el amanecer. Un campo sembrado de cadáveres espera que nazcan especies de árboles más fuertes que aquellos que murieron cortados hace algún tiempo.
Minutos que pierdo escuchando un impulso que me hace pensar en el norte del sur y sus problemas, mis problemas. Angustia porque no sé qué hacer cuando el columpio se balancea y las flores aún duermen (según cuentan y calculan, hasta marzo).
Minutos que pierdo escuchando un impulso que me hace pensar en el norte del sur y sus problemas, mis problemas. Angustia porque no sé qué hacer cuando el columpio se balancea y las flores aún duermen (según cuentan y calculan, hasta marzo).
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