Pescar es siempre una actividad peligrosa. La barca tambalea cuando piensas muy rápido y los peces están siempre al acecho. Sus miradas están vacías, al igual que sus estómagos. En ellos sólo habita el hambre y la esperanza de reencarnar en una piedra.
Dejar que los mosquitos succionen mi sangre es un arte. Ver como engordan y pierden su forma para ser ocupados por una parte de mí que no siento que me ocupe. Rojo.
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