En una postal todo es artificial, una referencia y no la cosa misma. Creo que esto es lo que puedo llamar el síndrome de la postal. Me curaré.
Cuando llego a mi estudio en la residencia del Crous en la 22 Rue du Colonel Pierre Avia, descubro que –al contrario de lo que afirma Hemingway- París no es ninguna fiesta, es una postal donde estudio y camino y respiro.
Abro la puerta, me doy media vuelta y la cierro con llave. Esto, debido a que la puerta se abre fácilmente, como si fuera una habitación sin seguro, a merced de todos. Se construye entonces la realidad y la postal queda afuera. Marton Priszler, en el fondo del estudio, dice: bonna cera, creyendo que me habla en español. Yo lo corrijo, o me río, o simplemente digo: ô, mon Dieu! Ça va?... y todo eso: cómo le fue, qué hizo, etc. Cuando recién lo conocí, Priszler se interesaba por la literatura y me hablaba un poco de la producción de sus países. En revanche, aujourd'hui, él me dice que no me entiende, que está mal que sea un artista, o algo así. Artista, es una palabra destinada a designar un schizofrenic o persona idealista. Él, en revanche aussi, se autodenomina realista. Lógico, es una persona que viene del imperio Austro-Húngaro. Cree entonces en lo material, como la economía, los números y el dinero, despreciando la filosofía y el arte.
Yo le respondo: eso también es filosofía, su filosofía. El se queda pensativo y dice: "ô mon Dieu!". Yo me río.
Un día cerré la puerta, dejé la postal afuera y me dispuse a comer al mismo tiempo que Priszler. Hablamos un buen rato. Hablamos de música; él toca piano y yo guitarra. Me habló de sus ciudades: Budapest y Krakovie. Yo de Manizales y sus montañas y sus empinadas calles. Le pregunté sobre los ros
ales trepadores de Budapest; él me dijo que sí existían, pero que no le gustaban mucho, seguramente porque estaba habituado a ellos. Ah, ya. Inesperadamente me preguntó cuál era el significado de chumo loco. Ni idea, eso le respondí.
Las palabras y las cosas que invocamos en nuestra charla nos llevaron de nuevo a la filosofía. Me dijo: "je crois que tu es vraiment un artiste, t'adore les livres, et j'adore les voitures... mon frère est comme toi, il n'habite pas la réalité...".
Después hablamos de su hermano, Philip Priszler. Me dijo que eran muy diferentes, que sus gustos en materia musical los habían alejado (Marton toca el piano y es refinado; Philip toca la batería y ama los juegos de video), y que por tal razón, cuando tenía 18 o 20 años dejó de entenderse con él.
Las palabras y las cosas que invocamos en nuestra charla nos llevaron de nuevo a la filosofía. Me dijo: "je crois que tu es vraiment un artiste, t'adore les livres, et j'adore les voitures... mon frère est comme toi, il n'habite pas la réalité...".
Después hablamos de su hermano, Philip Priszler. Me dijo que eran muy diferentes, que sus gustos en materia musical los habían alejado (Marton toca el piano y es refinado; Philip toca la batería y ama los juegos de video), y que por tal razón, cuando tenía 18 o 20 años dejó de entenderse con él.
Yo le dije que mi hermano era futbolista. Él respondió lo de siempre, un grave y delirante "ô, mon Dieu!".
La conversación terminó, lavé mis platos, Priszler lavó los suyos. Yo comencé a afeitarme frente al espejo y él me preguntó por una canción muy conocida, era tropical o algo así. No le presté mucha atención pues canciones tropicales hay muchas; además, tenía miedo de cortarme la cara con una cuchilla d'esas de afeitar. Terminé, me senté en el computador, miré hacia atrás, hacia el escritorio de Priszler, respondiendo a un llamado suyo. Había abierto una ventana en youtube; me dijo que ésa era la canción de la que me hablaba y que le gustaba más que Brahms, Beethoven o Chopin. Me envió entonces el link con un mensaje de conversación de Skype.
Desde ese día París es una postal con música, como aquellas tarjetas de navidad que mi tía Clementina nos envió de USA hace mucho tiempo. Ojalá me cure pronto del tal síndrome de la postal.
Desde ese día París es una postal con música, como aquellas tarjetas de navidad que mi tía Clementina nos envió de USA hace mucho tiempo. Ojalá me cure pronto del tal síndrome de la postal.
4 comentarios:
Good, good. Cada vez son más reconfortantes los diálogos de la posible simpleza de sus días.
¿O normalidad? (Eso si se lo pregunta a Foucault, pero ojalá no por medio de una ouija)
No frieguen, Misael hasta en un comentario de estos hace metaliteratura.
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