martes, febrero 26, 2008

Querer el silencio

La nada, el vacío que se siente en los oídos cuando se llenan de agua en vacaciones, en la piscina: haciendo piruetas mortales.
No conozco la nada; con tanta gente hablando por ahí -poniendo en mi cara sus opiniones- me queda complicado. Hablar de mi, querer hablar de mi, tal vez sea lo más parecido a la nada. Sentir que no soy un individuo si no existo en una conversación: este pensamiento se me ha convertido en una obsesión.
Sábado: un día muy triste para mí. Sentía que sobre mi alma retumbaba el sonido de la tierra cayendo encima de un ataúd. Pero mi deber -sentía yo- era sonreír, ser un ser social, un hijueputa animal político. El deseo de estar solo frente al mar, el deseo de escuchar el simple canto de las aves, ese deseo era triturado por el ruido de los carros, sus motores, la gente y sus vestidos de colores, del despertador; 8:00 am.
Finalmente no todo fue malo: un poema (¿Prehistoria?) leído por pfa abrió la grieta en la que estaba muriendo y me devolvió -un poco- las ganas de continuar consumiendo el oxígeno que los demás tiene a bien prestarme.

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