En
América Latina, para algunos, la ignorancia es un destino; en Francia es una vocación.
Por qué
tanta gente de mierda en este mundo. Là voilà la una pregunta tentadora. Pero la
respuesta certera –ese porque sí- arrebata el misterio a los polemistas y llena
de argumentos a los que con estos riman (digámoslo: yihadistas).
Siento tanto
asco, tanto, por los que creen nacer con la sartén por el mango, que me
asombro. Aunque el odio no sea algo nuevo, siempre cabe un poco más cuando la estupidez
–hasta la propia- tiene raíces tan profundas.
En estos
esquemas de “guerra de corales” –Viejo dixit-
solo queda desarrollar el rol del pez loro: picar el coral, morderlo un poco
para dejar que otros peces u organismos entren y se lo coman desde ahí y hasta
bien adentro. Se supone que por algo así le dieron chá de conium a Sócrates.
Se está siempre
expuesto a la tentación de la deducción lógica herrada, para decir: todos los
hombres son Sócrates; tanto para hacerlos beber el chá como para que razonen.
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