lunes, febrero 15, 2016

Sobre la vitud - Standing on the shoulders of giants

Hablando sobre la virtud, el viejo dijo que nadie había sabido entenderla mejor que él. Esto, porque todos se atrevían a hablar de algo tan barroco sin saber siquiera dibujarlo en el aire. El lo dibujaba con el dedo índice como una escalera.

-Sí marica –le decía yo, guardando para mis adentros la pena profunda de saberme derrotado; alguien había entendido antes que yo las cosas que siempre procuraba bajo mis párpados y también con ellos plegados, a través de estos-.

-Nanos gigantum humeris insidentes –dijo por fin-.

Sí, el secreto estaba en despreciarse y usar su yo vacío una vez lleno y reseco para poder subir más alto y comer en las alturas, sin caer, queriendo no caer, el fruto que está en lo más alto y que el yo de ayer no podía alcanzar. El universo, ese “infinito particular”, estaba así cimentado o soportado no en troncos viejos, como Ámsterdam, sino sobre tortugas gigantes y elefantes no de menor tamaño que parecían petrificados, pero que la verdad se movían lento. Se mueven. El viejo. 

No hay comentarios.: