Tiende a cero. Contando monedas me doy cuenta que el aspecto de las matemáticas que más me gusta es su intangibilidad. La mente escapa a las líneas, a las tangentes y a las secantes, incluso a la cola de un zorro que asecha en la nieve. Me estremece el silencio de los pasos en la nieve antes de ver como se cierra la mandíbula sobre el cuello de la presa. Líneas dibujadas por chorros de sangre que salen a presión por las arterias. Palomas muertas. Secantes. Toallas y manos que estaban mojadas. Tangentes, tanta gente que no entiende… perdí la cuenta, cinco, diez, quince, dieciséis… puta, perdí la cuenta: cincdiequinveintinctreincinco…
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