Mi cámara fotográfica está en Praga; no hay días en fotos, pero hay días. Las cosas existen porque las fotografías, escribir historia nunca fue más cercano a la ficción. Recuerda en la tarde la sonrisa de una niña pequeña –aun en un cochecito-, recuerdo sus ojos, recuerda la explicación de los ejes de los ojos y el mundo eslavo. Recuerda hay en la tarde los ejes, los ojos y los motivos de reales de por qué todas esas cosas están en su cabeza. La verdad ha sido revelada, se abrió como una hoja luego de haber sido arrugada, se abrió ante sus ojos lentamente. Dolió, pero duró poco; la realidad es siempre una interpretación, el lenguaje lo invade todo, los sentidos se deterioran y la madurez y la confianza en la cultura se consolidan. Esto último permite que se pierda la mente en juegos de palabras y argumentos que solo tienen valor simbólico. Escapar dentro de uno mismo es la forma de afrontar los problemas. Sea un hombre y madure; sea un hombre y madure y cuando cierre las puertas de la consciencia recuerde que las llaves estaban en otro pantalón. Qué triste es pensar que se olvida y se siente y se quiere, cuando lo único que siente verdaderamente vivo, real, son las paginas de un librito de Schopenhauer que leyó cuando estaba en 11, en el colegio.
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